Hoy quiero compartir dos de mis aceites favoritos que me ayudan a sentir que me cuido, a sentir bienestar. Se trata de dos aliados naturales que llegaron a mi vida de forma inesperada: el aceite de coco y el aceite de sésamo. Además de ingredientes de cocina en ocasiones, para mí, se han convertido en dos de las cosas fundamentales de mi cuidado personal.
Mi relación con el aceite de coco empezó gracias a Cristina Parga, mi profesora de yoga, nutricionista y terapeuta holística, a quien admiro y quiero muchísimo. Fue ella quien me introdujo a la práctica del oil pulling o enjuague bucal con aceite de coco. Al principio, la idea de enjuagarme la boca con aceite me sonaba extraña, pero los beneficios que me comentó para la higiene bucal me convencieron en cuanto lo probé: siento mi boca más limpia y fresca, sino que he notado una mejora general en mis encías.
Pero el aceite de coco no se quedó solo ahí. Cristina también me lo sugirió para un tema que, aunque personal, es importante compartir: la sequedad vaginal ante situaciones de estrés y como ayuda preventiva para la peri-menopausia. Se trata de una alternativa natural y suave para hidratar y aliviar las molestias y... huele de maravilla.
El aceite de sésamo llegó a mi vida de una forma diferente, a través del yoga y el Ayurveda. En un retiro, recuerdo que una profesora, Guiomar Burgos, compartía cómo lo utilizaba para aminorar el dolor en sus articulaciones. Poco después, en una formación de Ayurveda, la medicina tradicional de la India, confirmé sus múltiples propiedades para los masajes y como hidratante para el cabello y/o nuestros sentidos.
El Ayurveda considera el aceite de sésamo un tesoro por sus cualidades nutritivas y calentadoras, ideales para equilibrar el vata dosha, que entre otras cosas, se relaciona con la sequedad y las molestias articulares. Desde entonces, he integrado el auto-masaje con aceite de sésamo en mi rutina, especialmente en épocas de frío o cuando siento mis articulaciones un poco más rígidas. La sensación de nutrición en la piel y el alivio en las articulaciones es realmente reconfortante. Es un momento de autocuidado que me conecta con una tradición milenaria y me ayuda a mantener mi cuerpo flexible y nutrido.
A veces le añado un poquito de aceite esencial de cúrcuma y/o la especia ancestral.
Esos masajes, en verano, ahora que empieza el calor, los hago con aceite de coco, con unas gotitas de aceites esenciales cítricos como el de naranja o limón.
Estos dos aceites son solo una pequeña muestra de cómo, al abrirnos a la naturaleza, su sabiduría ancestral y a la guía de profesionales conscientes, podemos encontrar soluciones naturales y efectivas para nuestro bienestar. ¿Has probado alguno de estos aceites para algo más allá de la cocina?
¡Me encantaría leer vuestras experiencias en los comentarios!
Con cariño, Tina