Profesora de baile antes que de yoga

Mucha gente desconoce que mis orígenes en el mundo de la meditación están en el baile. 

La clase extraescolar a la que iba por las tardes en el CEIP PioBaroja de Moratalaz, primero con la seño Elisa y luego Pilar fue el ballet. 

Recuerdo salir llorando de alguna clase en la que la disciplina no era la adecuada para las niñas de aquella edad y/o los gritos de la profesora asustaban demasiado, por muy mal que lo estuviéramos haciendo. En moderno y contemporáneo tampoco variaba mucho la cosa.. 

Pasaron 3 años sin bailar, durante el BUP hasta que una profesora de Ed. Física llegó al IES Felipe II y transformó una clase en una sesión aeróbica de coreografía que me dije "esto es lo que necesito”. Y, así, la coreografía desde el aeróbic llegó a mi vida, hasta el punto de que durante casi 3 años dí clases en diferentes centros culturales y a las familias del colegio que me vio bailar por primera vez. 

Una tarima mal puesta me volvió a alejar del baile y me condujo al Yoga. 

Años después, y muy recientemente, en la formación de PYN de Gobinde Yoga en Valencia, conecté de nuevo con el estado meditativo que alcanzo bailando, en el que solo el momento presente es válido. 

Ese es el motivo por el que, en muchas de mis clases de yoga, el baile aparece como primera toma de contacto con el cuerpo. La mente se relaja y se produce la conexión en la que todas las neuronas se sienten en un lugar seguro: aquí y ahora, el SENTIR.